martes, 25 de septiembre de 2007

Hoy me pregunte

Un 27 de Abril Todo Cambio...


Viernes en la noche. Como de costumbre repica mi celular. Sin ver la pantalla absolutamente seguro de quien era conteste preguntando: ¿que paso que vamos a hacer hoy? Vamos a Bambuda fue la respuesta que obtuve, la cual era evidente para aquella llamada que tan solo rectificaba la rumba de esa noche. ¡Ok! Te espero a las once fue mi respuesta.

Eran aproximadamente las 10:20 cuando comencé a arreglarme, me bañe, vestí y perfume tardando no mas de 30 minutos. Me senté en la sala de mi casa, tan solo esperando que me recogieran, luego de unos minutos escuche el tan esperado sonido de aquel carro que me llevaría a conocer mi destino.

¡Qué más! como esta la vaina? Fueron mis palabras al abordar el auto, ¡todo fino! contesto mi amigo. Fueron pocas las palabras que cruzamos camino a la disco. Tan solo dedicamos el tiempo de traslado a escuchar ese reggaetón de moda, que ambos deseábamos sonara en la discoteca para bailarlo con alguna chica esa noche.

Desde la casilla de vigilancia del estacionamiento, hasta le entrada de la disco demostramos una vez más nuestras influencias en los sitios nocturnos de Lechería, lo que algunos llaman ser chivos. No era más que los amigos que habíamos ganado de tanto frecuentar los mismos lugares semana tras semana.

Ya en la entrada del lugar, saludando a los seguridad pasamos burlando la cola y la revisión de los porteros. ¿Qué mas mi pana? era el saludo de costumbre. Con actitud de sobra’os entramos al lugar, saludamos a algunos amigos, y fue entonces ahí en ese mismo momento, donde mi mirada se fijo en aquella morena que con su sonrisa iluminaba el lugar. Era ella, sí ella era la mujer de la que me enamoraría, la que me haría sentir cosas nunca antes experimentadas por mi cuerpo y mi alma. Me la presentaron, muy cordialmente salude sonriendo, hipnotizado por su belleza, pero tratando de no demostrar ningún interés aparente. ¡¡¡Hola!!! Mucho gusto, intercambiamos sonrisas y cada quien desvió su mirada a otro sitio.

Esos 5 segundos fueron suficientes para crearme una fijación por ella. Que quizás no se borraría nunca. Transcurría la noche, que no era noche sino madrugada, y yo sólo esperaba el momento más propicio para invitarla a bailar. Inesperadamente sonó aquel reggaetón tan esperado, sí, el mismo que sonaba en el carro camino a la discoteca. Era la oportunidad de bailar con ella, no podía desaprovecharla, se dirigía hacia el baño era mi oportunidad de interceptarla y lograr intercambiar más que un saludo con esa morena seductora. Sonriendo y sin mostrar desagrado acepto bailar conmigo.

Era el comienzo de algo que nadie imagino posible, pues mientras bailábamos la tensión entre ambos aumentaba, y las ganas de tocar sus labios con los míos eran más grande cada segundo a su lado. Lo intente una y otra vez sin obtener nada, lo que lo hacia más deseable, mientras más difícil era besarla más quería hacerlo. Era imposible. Su integridad como mujer no lo iba a permitir. Ya sin esperanzas desistí por ese momento, pero solo por ese momento ya que en mi mente quedó el deseo latente de besarla hasta el cansancio; y cual depredador detrás de su presa esperaría el momento más oportuno para lograr mi objetivo.

Ella en medio de su simpatía inigualable y con el único objetivo de ser cordial me invito a la playa, invitación que acepte con una actitud de poco entusiasmo, para no hacerle notar mi interés por ella. Lleno de júbilo por aquella invitación sonreí y sin pensarlo le pedí su número para contactarla al día siguiente. Ya eran más de la 3:00 AM y lamentablemente llego el momento menos deseado: la despedida.

Era difícil dejar ir aquella belleza sublime. Sí, tú, esa mujer hermosa de piel tostada que con tan sólo una mirada logras derretir mi cuerpo mi alma y mi espíritu, llevándome a conocer un mundo de experiencias únicas en el universo. La mujer que logró enamorarme sin límites, sin barreras. Tú, que sembraste en mí el verdadero amor y con cada segundo que paso a tu lado crece infinitamente.

Era lamentable pero era hora de irse, nos despedimos muy amistosamente ¡hasta luego! fueron sus palabras, sonriendo e iluminando una vez más todo el lugar, mi mano lenta y sigilosamente acaricio su espalda baja, en un acto de demostrar mi pretensión muy delicadamente. Y respondiendo igualmente ¡hasta luego!

Una despedida que me rehusaba a aceptar. Era imposible borrar de mi mente aquel momento en que me sonrió, fue como una abeja que pico mi corazón dejando su aguijón lleno de néctar del amor, que con el pasar del tiempo consumiría cada tejido de mi cuerpo.

Me monté en el carro no dejaba de hablar de ella, sólo pensaba en su rostro angelical. Todos decían que era imposible que ella se fijara en mi, pero esos comentarios me daban más fuerzas para seguir en mi lucha por conquistarla. Me dejaron en mi casa fue entonces cuando decidí escribirle. ¿Para que esperar más? no podía dejar que pasara más tiempo, necesitaba alguna excusa para hablar con ella. Le escribí con miedo a su respuesta, pero sin perder las esperanzas. Nuevamente mostró su simpatía incomparable respondiendo muy amablemente mi mensaje.

En ese mismo momento lo pude percibir eras la mujer de la cual me enamoraría, finalmente conocí mi destino, eras tú, simplemente tú estabas ahí y la vida hizo su jugada perfecta para unirte a mi. TE AMO!!!